Un rayo partió al hombre y lo sumergió en un sueño,
pero el hombre volvió a despertar,
emergió en ese cuerpo trastocado
y creyó que era uno, pero era otro.
Un espejo se quebró, y al crujir su luz,
rostros reflejados se fundieron
en el gran esplendor.
Ciegos, vislumbramos aquella tierra
en que abrazados, festejamos,
saltamos y abrimos las alas…
un río de aves rapaces despliega el vuelo
sobre la tierra sagrada de los abuelos
Quiahuiztlan, la tierra de la lluvia, del mar, del viento y la montaña,
despierta de un largo sueño.