En Xalapa el cielo nos regala un concierto, el intérprete principal es el Señor Rayo-Trueno, lo acompaña en las percusiones la Señora Lluvia en armonía con la Señora Tierra. Cae la lluvia en las calles solas, cae la lluvia en los corazones de los hombres. Nos guardamos en casa haciendo malabares con palabras que quieren sonar como la lluvia pero no pueden.
El fin del mundo acompaña a nuestra generación, somos los hacedores del fin y, por eso, peregrinos en pos de un mundo nuevo. Despertamos del sueño colectivo que duró milenios… y nos encontramos solos. Múltiples soledades arando la tierra de la memoria y los sueños.
Desasosiego total en la colectividad, que disloca las palabras arrancándoles el corazón… sinsentido comunicado a cada instante. Neurosis, engaño, trampas existenciales entre las que acecha el guerrero olvidado, que silencioso, lanza su mirada desde dentro de ese hombre que surca el borde entre la tierra y el gran abismo.
La lluvia, hace que el guerrero retorne al rostro del hombre atravesandolo con el rayo. Los poderes de la Primavera entran al mundo de los hombres con la tormenta, son guiados por Tajín, el guardián de estas tierras, que se despide con sus tambores de truenos.