Sangre desquebrajada, árbol sin fronda, hondonada sin luz,
Caída sin tiempo, un pájaro bermejo, se refleja en la poza un destello,
Retorno al lugar sin nombre. Sin carne, el cuerpo se enraizó en una serpiente espejeante
El dragón vive silencioso en el agua… los milenios hacen sus plumas multicolores
Sobre el vacío se levantan plenitudes convexas,
Que reflejando el no-ser atiborran la nada de existencias,
Constelaciones de entes que reverberan,
El campo está sembrado de cabezas olmecas, de pirámides ocultas y palabras muertas,
El arqueólogo extrae un ídolo con sus manos envueltas en la húmeda tierra,
Arranca el tiempo a la devoradora del tiempo,
Y, en el acto, se reconecta,
abre un pasaje en el laberinto del tiempo, un agujero de gusano que conecta con el pasado,
semilla que florece, el arcano que recién emerge le da un nuevo sentido al presente.
En la hondonada aparece la luz, reverdece el árbol, fluye la sangre…